Oh, l’amour!

Hace más de cuatro meses que no escribo en Píldoras Volcánicas y no será por falta de cosas que contar y compartir. Que conste. Supongo que se debe más a la falta de tiempo para sentarme a reflexionar delante de una pantalla. Por otro lado, en enero empecé una suerte de “diario” en un cuadernito que me regaló mi madrina el día que nos despedimos, antes de que viniera a La Gomera. Me gusta. Siempre he sido muy de lápiz y papel. O boli y papel. Parece que una escribe cosas más importantes, aunque no se compartan ni viralicen. Una se siente más humana, con los sentimientos a flor de piel. Hoy vamos a hacer una excepción.

Hoy me apetece escribir sobre amor. Oh, l’amour! Amor de madre. Amor de hija, de hijo. Amistad. Amor conyugal. Qué fuerte suena eso. Suena a psicoanalista. Yo no sé bien cómo es el amor fraternal, pero seguro que también es algo muy especial. ¿El amor nace o se hace? ¿Todos queremos amor? ¿Que si quiero o que si tengo? La respuesta en general siempre debe ser sí, porque, como decía mi abuela, si dices siempre “no” al final no te vas a casar nunca. Aunque total ¿pa qué te vas a querer casar? Bueno, si tienes que arreglar los papeles, todavía, pero si no…

¿Y cómo sé si es amor? Pues porque se te parará la respiración al pensar en esa persona, porque la amas. ¡Pero eso no es amor, es asma! Bueno, pues será porque asmas a esa persona. (Esta tenía que colarla en algún momento, me encanta por su simpleza). Sabrás que es amor porque quieres que esa persona esté bien, que sea feliz. Querrás cuidar de ella y te hará feliz verla sonreír. Yo creo que eso es amor. Lo demás sobra.

Una vez me puse enferma. Con vómitos y diarrea. Yaron me preparó una cena para que me recuperara. Huevos fritos con patatas. Cuando me puso el plato delante me dieron ganas de llorar. “¿Pero qué quieres, matarme?” le pregunté con los ojos llenos de lágrimas. “Es una de tus comidas favoritas. Cómetela que te va a sentar bien”. Y me obligó a comerme todo el plato. ¿Eso es amor? Pues seguro que hay quien lo pone en duda. Y es comprensible. Sin embargo, preparar ese plato fue indudablemente un gesto de amor. Y por eso no me sentó mal. ¡Me ayudó! (No intenten esto en sus casas).

Amor es no reprocharse nada. Al menos hasta que el otro empiece. Es bajar la tapa del water. [Por si no lo sabéis, al tirar de la cisterna de volatilizan millones de partículas de excrementos que aterrizan, entre otros lugares, en los cepillos de dientes y toallas. Así que bajad la tapa del water, aunque no sea por amor. Hacedlo por higiene, coño]. Amor es salir a su encuentro con una sonrisa y abrazarse. ¡Un abrazo es un gesto tan hermoso! No me canso de abrazar. Amor es sorprender con pequeños gestos. Amor es frotar las manchas incrustadas en su ropa antes de meterla en la lavadora. Pintarle un retrato.

El amor se alimenta de las miradas, las manos, las sonrisas y las palabras.

Me encantan los libros de “Amor es…”. Mi madre tenía varios. Siempre que me enfado con alguien que quiero me acuerdo del dibujito de: “Amor es no irse nunca a dormir enfadados“. Pero eso es relativo. Depende del cabreo que tengas. Yo ha habido veces que me he vuelto un poco antisemita. Lo cual pasa ya de una discusión de pareja tonta a cierto grado de xenofobia. Es terrible, lo sé, pero no lo puedo evitar. Menos mal que Yaron lo entiende. O igual no lo entiende, pero se ríe, lo cual me alivia bastante. Yaron se ríe siempre. Bueno, menos cuando se cabrea. Porque tiene muy mala leche. Pero yo le quiero. Amor es paciencia, es perdonarse y perdonar, es soñar y hablar en futuro. Ahí hay vida. Hay amor.

Y bueno… Tanto divagar y al final no cuento nada. Una simple reflexión en alto. Sobre el amor. Qué tontería. Solo espero que, al menos, a partir de ahora bajéis la tapa del water. Y que compartáis vuestro amor con valentía y generosidad, como si fuera lo más importante.

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